Los textos epistolares buscan establecer una comunicación por escrito con un destinatario
ausente, el cual aparece identificado en el texto por medio del encabezamiento. Presentan una
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estructura que se refleja claramente en su organización espacial, cuyos componentes son: el
encabezamiento, que consigna el lugar y el tiempo de la producción, los datos del destinatario y la
formula de tratamiento empleada para establecer el contacto; el cuerpo, parte del texto en donde
se desarrolla el mensaje, y la despedida, que incluye el saludo y la firma, mediante el cual se
introduce el autor en el texto. El grado de familiaridad existente entre el emisor y el destinatario es
el principio que orienta la elección del estilo: si va dirigido a un familiar o a un amigo, se adopta por
el estilo informal; caso contrario, si el destinatario es desconocido u ocupa el nivel superior en una
relación asimétrica se impone el estilo formal.
La carta: Las cartas pueden construirse con diferentes tramas (narrativa y argumentativa) en torno de las distintas funciones del lenguaje (informativa, expresiva y apelativa) Nos referimos aquí, en particular, a las cartas familiares y amistosas contienen hechos, sucesos, sentimientos, emociones, experimentados por un emisor que percibe al receptor como un destinatario comprendido afectivamente en esa situación de comunicación y capaz de desentrañar la dimensión expresiva del mensaje.
La solicitud: Está dirigida a un receptor que está revestido de autoridad en la medida en que
posee algo o tiene la posibilidad de otorgar algo que es considerado valioso por el emisor: un
empleo, una vacante en un colegio, etc.
Las solicitudes pueden estar redactadas en primera o en tercera persona. Las que están
redactadas en primera persona introducen al emisor a través de la firma, mientras que las
redactadas en tercera persona lo identifican en el cuerpo del texto.
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